Morgrimm llega tarde

Tarde..llego tarde...
Corro todo lo deprisa que me permiten mis piernas, pero no es lo bastante. Los enanos nunca hemos sido grandes corredores. Podemos hacer bien mil cosas, pero correr no es una de ellas.
He sido invitado a la fiesta de despedida de soltería de uno de los caballeros del Alba en Shattrath. El lugar se llama La Taberna del Fín del Mundo y está nada menos que en otro continente...y en otro plano. Suerte que dispongo de un portal para ir, porque si no sería una faena. ¿Llegaré a tiempo?

Mirando atrás (Diario de Zareba)

Sentada en el camastro de los cuarteles en Elwyn, de nuevo en casa, pienso en todas aquellas cosas que vivimos en Vallefresno, en los buenos y los malos momentos, en las victorias y las derrotas. Pienso en todos los soldados jóvenes que deberían seguir viviendo y que ya no volverán al hogar donde los esperan sus seres queridos. Pienso en todas las víctimas de este conflicto, en todos los jóvenes de Ventormenta enviados a la guerra lejos de su hogar, asesinados entre los árboles del bosque de los elfos.
Pienso en Lucylda, herida de gravedad por la espada del enemigo, con la vida escapándose en un charco de su propia sangre sobre el suelo de El Refugio. Si sobrevivió aquel día fue porque no la dejamos rendirse, porque hicimos que desease la vida y no se abandonase a su tristeza por la pérdida de su amado. Pienso en el Comandante Serafín. Su valor y dedicación a la ciudad de Ventormenta nunca fueron aceptadas ni valoradas.

Y pienso en los Elfos Nocturnos y en sus degenerados primos, los Elfos Sangrientos, tan separados y al mismo tiempo tan parecidos en el fondo..

Si cierro los ojos,todavía veo la mirada de la elfa enemiga agonizando a nuestros pies y la dura impasividad con la que los elfos del bosque ordenaron su ejecución. Extraños y crueles me parecieron los actos de estas criaturas, a las que tenía por más bondadosas, actos que me hacen preguntarme sobre el sentido de lo que hicimos allí y sobre la pureza de nuestras intenciones bajo aquellos bosques...y en el viaje de vuelta.

Debo descansar. La herida en mi costado todavía quema al caer la tarde. Mañana lo veré todo claro.

Retomando los estudios (Diario de Tholaya)

Esta es la Torre de Azora, el lugar donde reside el Mago Theoticus. Espero que este mago humano me ayude a progresar en mis estudios, lejos como estoy ahora de la acogedora calidez de Forjaz. Me gustaría que, al menos, esto me saliera mejor que la ingeniería. Muy a mi pesar y, sorprendentemente para una chica gnomo, decubrí que la ingeniería me aburría demasiado, así que la dejé. Esto ha supuesto que muchos de los gnomos me miren un poco por encima del hombro cuando paso por Ciudad Manitas. No es que me importe mucho, ya que estoy por encima de todas esas cosas, pero desde luego, es molesto pasear sintiendo decenas de ojos mirarte con suspicacia por haber escogido un camino alternativo y diferente para uno de los nuestros.

Me pregunto si habrá que pedir cita o qué..

El ataque (Diario de Zareba)

He sido gravemente herida en el enfrentamiento de ayer. Ahora estoy bien, pero podría haber muerto de no ser por la rápida intervención de los druidas élficos. Sus dotes sanadoras son insuperables, aunque pasarán unos cuantos días hasta que pueda volver a empuñar la espada con fuerza.
El ataque comenzó de la manera habitual, con ligeras escaramuzas y tentativas por parte de los hostigadores enemigos que trataban de penetrar en el perímetro defensivo, aparentemente sin éxito. De repente, la patrulla avanzada dió el aviso de que habían capturado vivo a un enemigo, un líder, así que acudimos con toda la premura que nos fué posible.

Cuando llegué, ví tendida en el suelo a la elfa de sangre. Sus moribundos ojos verdes perdían poco a poco su resplandor, mientras la vida se le escurría poco a poco. Los caballeros y los elfos que la habían capturado discutían entre sí acerca de ejecutar a la prisionera o no, de acuerdo con las rígidas normas del reino del bosque, cuando el taumaturgo enemigo apareció de la nada en medio de una cegadora explosión.

 Caí al suelo, presa de un lacerante dolor en el costado derecho. No podía moverme y me costaba respirar. Pequeños cristales de hielo se habían clavado en mi carne y me dolían las costillas al respirar. Sentí frío, un frío helador, pues el enemigo había utilizado magia de escarcha para abatirnos. 

Recuerdo haber sido reanimada por un caballero del Alba de Plata y llevada a la posada por mis compañeros, así como las palabras reconfortantes de los sanadores, pero nada más. Después, todo se sumió en la más absoluta negrura, una oscuridad repleta de dolor, hasta que los poderes calmantes de los druidas fueron mitigando poco a poco la sensación dolorosa en mi maltrecho cuerpo.

Ahora debo recuperarme. Prosiguen los enfrentamientos más allá del río, pero eso me da igual, ya que no puedo acudir allí. Ni siquiera puedo empuñar un arma sin que me duela todavía, pero los poderes de los sanadores son excelentes y en unos días podré volver a combatir.

De momento, cama y reposo. Órdenes del médico..

Refuerzos (Diario de Grumnkko)

Han pasado muchas cosas. Inesperadamente, nuestro sanguinario acechador dejó de atormentar al campamento. Al principio, ignorábamos las razones que habían llevado al demonio a cesar en su cacería, aunque ¿quíen sabe lo que pasa por sus diabólicas mentes? ¿Quién puede asegurarnos que no volvería de nuevo a dar caza a orcos fuertes como árboles?

Después, comenzaron a llegar poco a poco las tropas desde los Baldíos, trols y elfos de sangre sobre todo, procedentes de todos los rincones de Kalimdor.  El Puesto del Hachazo volvía a estar operativo y las fraguas volvían a rugir con el temple del acero. Nadie nos explicó la razón de la tardanza..y los que estábamos allí no teníamos ganas de preguntar. Bastante habíamos hecho con mantener vivas las hogueras.

Las sucesivas ofensivas comenzaron a los pocos días. De pronto, había una apremiente necesidad de retomar el Ala de Plata como punto estratégico, aunque el objetivo final era aplastar la villa de Astranaar. Paricipé en algunas de las primeras incursiones en el bosque, pero estábamos demasiado debilitados por las penurias y no pudimos alcanzar el objetivo. Gronfást y Murguo cayeron mientras huíamos de las flechas de las centinelas. Una lástima, pues eran unos buenos verdosos.

Así pues, fui destinado a labores de vigilancia y de caza, tareas para las que estoy bastante dotado y en las que tengo la prática de la experiencia, dejando a los mejores las ofensivas posteriores. Entonces llegaron los refuerzos de la Alianza, los humanos venidos del otro lado del mar para ayudar a los elfos de Vallefresno. Las escaramuzas se volvieron algo más cotidiano, dando paso progresivamente a una guerra más al uso.

Ayer capturaron a uno de los generales, una presuntuosa elfa de sangre llamada Illessia, rápida y despiadada como sólo uno de su raza sabe serlo. He oído que le cortaron la cabeza para llevarla como trofeo a Astranaar. No es que sienta mucho aprecio por los rosaditos elfos, pero desde luego será la mecha de una escalada de violencia y sed de venganza en Vallefresno como no ha habido otra en mucho tiempo. Muchos vendrán a este lugar y la sangre de nuestros enemigos empapará la hierba.

Por una parte, me alegro del reinicio de los combates.
 Por otra, temo a los Demonios del Abismo que serán atraídos por la sangre vertida en este lugar..

En la otra parte del mundo (Diario de Morgrimm)

Mi querida niña Zareba:

Te escribo desde la ciudad de Sattrath, en el continente de Terrallende, al que he llegado a través de un portal. Si te preguntas que qué hago aquí, tan lejos de casa, te diré que me he alistado en una orden de caballeros hospitalarios. La Orden a la que he decidido servir se llama el Alba Carmesí. Todavía no los conozco mucho, pero parecen buena gente. Su líder es un draenei grandote y un poco pomposo, que parece imbuído de su  propia aureola celestial, mas no parece un mal tipo. El tiempo dirá si tengo razón o no respecto a él.

Es curioso. Siempre pensé que los draenei eran unas criaturas extrañas, demasiado ajenas de nuestras emociones como para entendernos bien y, sin embargo, los pocos con los que he tratado hasta ahora son gente amable de modales educados y bondadosas intenciones. Eso me gusta. Quizá haya más cosas que no unen que las que nos separan.

En cuanto a la ciudad, bueno, es de lo más extraña, recubierta de cristales brillantes y extraños artefactos luminosos. Los exteriores son peligrosos, al menos para un inexperto enano recién reclutado, y hay que andarse con mucho cuidado, aunque tiene un no se qué muy hermoso. Algún día deberías venir a ver todo esto.

Ahora he de despedirme. Hay un consejo y tengo que ser presentado a los mandamases de aquí.

Cuídate, mi pequeña.

Morgrimm

Rastro frío (Diario de Gnaamesh)

Rémol, mi querida villa. Es un misterio inmenso el que albergan tus calles. Estoy seguro de que en algún rincón de tus viejos caserones se encuentra algún registro de mi pasado viviente, más hasta la fecha no he podido averiguar nada al respecto.

Me hubiera gustado preguntar a la Condesa de Rémol en persona una vez más, pero en el Mesón La Horca me han informado de que ha dejado la villa y se ha marchado a llevar una vida errante. No dejo de sorprenderme de lo caprichosos que son algunos nobles, aún después de pasar por la tumba hace tiempo.

En cualquier caso, no se cuánto estaré por aquí. El rastro de mi pasado está más que frío y no queda nadie que pueda darme alguna pista, al menos en este lugar. Durante unos momentos, pensé en dedicarme a vagar por el mundo, aunque dudo mucho que, sin una meta, esta no-vida tenga algún sentido. Pasaron los tiempos de vagar como un alma en pena. Hay muchas cosas por hacer y, a fin de cuentas, tengo todo el tiempo del mundo.

¡Motín! (Diario de Morgrimm)

¡Menuda se ha liado hoy en la capital humana! Ha habido un motín ciudadano, aunque por suerte, nadie ha resultado herido. Al parecer, un grupo armado ha entrado en la ciudad sin el permiso en regla, lo que ha provocado un incidente muy desagradable y el establecimiento de la Ley Marcial, aprovechando la ausencia del Alguacil, presente con las tropas de Ventormenta en Vallefresno.

Por suerte para mí, tuve tiempo de salir por las puertas de la ciudad para poder regresar con los granjeros bajo cuyo techo vivo ahora. De haberme quedado, mi honor hubiera estado comprometido, ya que dí mi palabra de ayudarlos. Ahora temo por las buenas gentes de Ventormenta.

De todos modos, algo bueno ha salido de esto: conocí a unos tipos, de la raza de los Draenei, Paladines de la Luz también, con los que estuve charlando en la Catedral. Parecen honorables y, a juzgar por lo que he visto hoy en la ciudad, me han convencido todavía más de la importancia de la paz y la unidad en la Luz.

He puesto muchas esperanzas en su labor y creo que me gustaría unirme a ellos. Ya veremos cómo acaba todo cuando cese esta locura.

Espero a mi ejecutor (Diario de Grumnkko)

Sentado en el interior de la cueva que hacía las veces de cuartel general, pienso en todas las cosas extrañas que he visto estos días. Hace tiempo, el hecho de estar aquí dentro hubiera supuesto un castigo por parte de los mandos, pero eso ya no importa. Ya no hay mando...ni cordura.

La patrulla de anteayer no regresó al campamento. "Desertores"- pensamos- "Que sus huesos se pudran al sol".
Después, desaparecieron los guardias de la puerta. Nadie los vio partir. simplemente, se esfumaron en el aire. El aire, que trae un extraño olor totalmente distinto del frescor de la hierba de estos bosques. Un olor inidentifcable, pero ligeramente familiar a la vez, eco de otros tiempos de los cuales hablamos en voz baja a la luz del candil.

Ayer, la patrulla que partió a reconocer el terreno informó de que habían encontrado sus cadáveres en el bosque. Los desgraciados habían tenido una muerte deshonrosa.  Estaban desnudos, clavados a un grueso tronco, desventrados y vaciados como un cerdo en el matadero. Sus ojos habían desaparecido y alguien los había sustituído por piedras marcadas con runas. No podía ser obra de los elfos, pero tampoco de los humanos que se habían instalado en el Refugio. No. Los humanos pueden ser crueles, pero no harían eso a un cadáver enemigo pues aún conservan algo de honor.

Los chicos hablan de un rondador nocturno, de extrañas sombras que se acercan a la empalizada, de extraños sonidos en las largas noches de vigilia. Anoche creí ver algo saltar la empalizada. Se movía con una gracilidad sobrenatural, a pesar de ser de gran estatura. Durante un instante, giró su cabeza hacia mí y descubrí dos ojos brillantes como ascuas, ansiosos por encontrar una presa, engarzados como gemas en una cabeza adornada con una cornamenta retorcida. Conteniendo la respiración, me escondí tras unos troncos apilados y no salí hasta que la criatura, con un ligero siseo, saltó de nuevo por encima de la empalizada y se perdió en el bosque. A la mañana siguiente, el vigía de la torre, un verdoso conocido como Krand, había desaparecido sin dejar ni rastro.

Estoy seguro de que encontraremos su cuerpo profanado en las inmediaciones.

Así pues, aquí estoy, sentado en el interior de la cueva que hacía las veces de cuartel general, pensando en todas las cosas extrañas que he visto estos días. Hace tiempo, el hecho de estar aquí dentro hubiera supuesto un castigo por parte de los mandos, pero eso ya no importa, pues ya no hay mando ni cordura. Tan sólo la condenación de abismo profundo, donde habitan los demonios. Aquellos que un día nos esclavizaron, vuelven desde las sombras para darnos caza.

Entre la luz de las hogueras, espero a mi ejecutor con el hacha en las rodillas.

Entre los humanos (Diario de Morgrimm)

Llevo en Ventormenta una semana, admirando la arquitectura de esta ciudad humana. No es que aprecie las construccio nes forasteras, pero su estilo grácil es algo que me llama la atención. Desde luego, nada tiene que ver con la resistencia y durabilidad de las constucciones enanas, pero tiene un refinamiento que tampoco está mal. Los Báldrek somo gente peculiar, amigos de los humanos y menos apegados a nuestra tradición, así que tampoco ha de extrañarme que me adapte tan bien a este estilo de vida.

El edificio más impresionante es la Catedral de la Luz. Sus enormes ventanales dejan pasar la claridad hasta límites insospechados, hábilmente trabajadas por artesanos expertos en su oficio, mientras que los muros y bóvedas son tan altos que parece imposible que puedan soportar tanto peso sin los gruesos muros que nosotros pondríamos. Esto es muy bonito de ver, aunque me imagino que han sacrificado el poder defensivo en aras de  la belleza.

En otro orden de cosas, he estado ayudando a las buenas gentes de la zona, especialmente los granjeros de los Páramos de Poniente. Los bandidos campan a sus anchas por aquella región y hay muchas familias que necesitan ayuda, ya sea para defenderse o para realizar labores del campo, pues muchos jóvenes han muerto o se han alistado en el ejército. A cambio de mi ayuda, estoy viviendo en casa de una amable viuda, una buena mujer que ha perdido a su marido y cuyo hijo sirve en las Milicias del Pueblo.

El enemigo no aparece (Diario de Zareba)

Querido Morgrimm:

Llevamos ya aquí más de una semana, acantonados en los bellos bosques de las tierras de los elfos y apoyados por la guardia de la Hoja de Ámbar. Han sido hospitalarios con nosotros, pero al mismo tiempo, vigilantes.

Este lugar me recuerda mucho a la zona de Ventormenta conocida como El Parque, el barrio de los elfos en la ciudad de los humanos. Quizá para estas gentes sea como un pedazo de hogar lejos del hogar...

Los elfos de Astranaar andan muy inquietos y recelosos con los forasteros, incluso más de lo esperado. De hecho, me sorprendió descubrir que el caudillo enano Bólgar, del Cónclave de Khaz Modan, se encontrara en estos parajes. Ha estado prisionero de los elfos por cometer algún tipo de infracción en los bosques sagrados. Una delegación de enanos vino desde los Reinos del Este en su defensa. Si puedes, me gustaría que te informaras de las causas de este incidente diplomático.
En cuanto a la Horda, no ha dado más que escasas señales de su presencia, con pequeños ataques ocasionales y nada efectivos. Parece como si hubieran perdido todo el ímpetu inicial tras las primeras acometidas en el bosque de Vallefresno. Aun así, el Comandante cazó a un ojeador hace unos días, cerca del Refugio. Era un explorador orco, bastante joven e inexperto, a juzgar por la rapidez con la que fue descubierto y abatido.

El no encontrar focos de resistencia apreciable, me hace pensar en que algo ha debido ocurrir desde que se recibió el aviso hasta nuestra llegada a este lugar. Algo que ha jugado en nuestro favor, afortunadamente para nosotros. Ya veremos cómo acaba esto.

Espero que esta carta llegue a casa con el correo ordinario. Cuídate mucho, querido enano.

Tu prima adoptiva,

Zareba Báldrek

Guardia (Diario de Grumnkko)

El tiempo pasa muy lentamente cuando uno está de guardia. Desde lo alto de la torre de vigilancia, puedo ver en qué se ha convertido nuestro fastuoso campamento de guerra, antaño poderoso. El desánimo cunde entre los muchachos allí abajo, pues sólo un puñado defiende nuestra plaza fuerte.

Nuestros líderes nos han abandonado a nuestra suerte, demasiado aferrados a las comodidades de Ogrimmar. El honor de los orcos está herido de muerte. Estamos solos.