Campaña en Argénteos (Diario de Zareba)

Tras los entrenamientos previos, nos desplazamos hasta Costasur, lugar desde el cual iniciamos una marcha hasta el Bosque de los Argénteos. Las órdenes eran alto secreto y serían desveladas por los capitanes en el momento y el lugar oportunos.

La zona está en franca disputa. Recientemente, ha habido enfrentamientos entre las fuerzas combinadas de la Alianza y la Horda, especialmente los Renegados no-muertos de Sylvanas. Tras la toma de contacto con un grupo de magos de Dalaran en la villa abandonada de Molino Ámbar, montamos nuestro campamento cerca del suyo y nos dispusimos a realizar las maniobras de entrenamiento.

Llegado el momento, el Comandante nos explicó la situación y nos dió las instrucciones de la misión. Nuestro objetivo iba a ser la aldea Piroleña, un lugar infestado de ferocanis. debíamos penetrar en el pueblo y realizar un ataque preventivo en esa zona. Una entrada y una salida relámpago.

Al principio, todo fue bien. Entramos en la empalizada como el agua de un torrente montañés, mas luego las cosas se torcieron malamente. Los malditos ferocanis nos tendieron una trampa. Acantonados en la plaza del pueblo, montamos nuestra defensa lo mejor posible, formando en cuadro tal y como habíamos hecho tantas otras veces. Pero ahora, el enemigo era real. Cuando los hombres lobo cargaron contra nosotros, todo se volvió confuso. Los hombres caían y gritaban, las bestias rugían y las espadas se teñían de la roja sangre de bestias y aliados. Mi odio por los ferocanis se desató en una tormenta de acero, mientras mi arma hendía cuerpos y segaba gargantas lupinas. Recibí un feo golpe en el hombro que me derríbó, y hubiese muerto ese día de no haber intervenido la segunda fila de soldados.

Aun no se por qué, pero en un determinado momento las bestias malditas se cedieron terreno y pudimos alcanzar la salida del pueblo antes de que nos hiciesen pedazos. Siempre recordaré sus aullidos en el pinar, la sangre corriendo por mi rostro y los camaradas heridos que jadeaban con cada paso.

Nos reagrupamos como pudimos en el campamento de los magos y nos dispersamos en patrullas, buscando alcanzar Costasur a cualquier precio. Fue un viaje penoso a través del Lago Lordamere, en el que el Teniente Jenas fue herido por muchas flechas lanzadas por los siervos de la Plaga, alertados de nuestra presencia en sus tierras. Cuando por fín alcanzamos la villa, era de noche y estábamos cansados y heridos, pero también vivos. Vivos para seguir luchando otro día mas bajo el estandarte de las Espadas de Wrynn.

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