Instrucción (Diario de Zareba)

-Fortaleza de Theramore -

Los entrenamientos en el acuartelamiento son algo cotidiano y necesario, a la espera de nuevas órdenes para futuros servicios. La instrucción recibida es bastante variada dentro de lo que cabe.

Por una parte, están las sesiones prácticas en el patio de armas de la fortaleza, orientadas sobre todo a primeros auxilios y conocimientos básicos y avanzados de inmovilización de prisioneros, autodefensa o maniobras de combate.

Por otra, están los cursillo teóricos impartidos por eruditos locales de una especie de cofradía de magos del lugar. Se trata de obtener la mayor cantidad posible acerca de cómo se encuentran realmente a fronteras de nuestro nuevo mundo después de lo que se ha llamado "El Cataclismo". Continentes enteros han sido partidos por la mitad y, donde antes había frondosos valles, ahora hay profundos estuarios. Se trata de un nuevo mundo, asolado por el desastre y amenzadado por nuevas guerras.

Me pregunto cómo estarán en casa..

Contra el Martillo Crepuscular (Diario de Morgrimm)

- Loch Modan -

La infame organización del Martillo Crepuscular debe pagar por sus crímenes y no va a ser tarea sencilla de acometer. Como vigilante de la Ley y el Orden en estos pagos, me toca enfrentarme a su amenaza en tierras enanas. Estoy cansado de guerrear contra los malditos ogros que infestan estas montañas, viles criaturas,  que han pasado de ser simples bandidos a convertirse en esclavos de amos más siniestros.

Sus construcciones infestan las montañas y sus malas artes atormentan el espíritus de las piedras, retorciendo su naturaleza para convertirlas en pervertidas obras salidas del abismo. Para los enanos, amantes de la roca y el metal, esta es una de las mayores afrentas que podíamos llegar a sufrir. El mal debe ser purgado, mas temo que seamos demasiado pocos y estemos más divididos de lo que yo pensaba.

Menethil bajo las aguas (Diario de Tholaya)

El puerto de Menethil es una auténtica balsa de agua. Con la destrucción de la Presa de Loch Modan, el valle entero resultó anegado. Ahora, los Menethilianos no hacen otra cosa que achicar agua de sus hogares y maldecir su suerte. Poco hay por hacer aquí salvo ayudar a estas gentes, mas creo que no precisan de la ayuda de una maga itinerante para resover sus problemas. Incluso creo que sería poco grata mi visita..

Ha sido una mala idea venir a este sitio, tan lejos y abandonado de la ayuda de la Alianza. Los pescadores de cangrejos parecen ser las únicas personas que han salido beneficiadas con la inundación de Menethil, ya que no deben aventurarse muy lejos de la ciudad para realizar sus capturas..

En el frente de guerra (Diario de Gnaamesh)

La ciudad de Gilneas se encuentra bajo asedio. Un asedio largo y extraño. Las tropas de Cringrís salen sin dudar a combatir fuera de sus murallas, mostrando una ferocidad y sed de sangre dignas de esas bestias semihumanas. Por muchos licántropos que caigan bajo las armas, otros tantos esperan su turno para correr hacia el enemigo. Sus garras son fuertes y sus cuerpos pueden aguantar tremendas heridas antes de derrumbarse inertes en el barro. Van a ser un enemigo difícil de derrotar.

Mientras tanto, el Real Gremio de Boticarios se encarga de preparar los agentes de plaga necesarios para minar su resistencia antes de que lleguen refuerzos, pues se rumorea que el enemigo ha pedido ayuda a la todopoderosa Alianza en virtud de antiguos pactos y alegando una cuestionable hermandad de sangre con los humanos de Ventormenta. De ser ciertos dichos rumores, quizá la Dama Oscura deba replantearse su decisión de desplegar sus tropas en este lugar.

Ya he estado demasiado tiempo dejándome ver por aquí. Mejor será desaparecer antes de acabar reclutado entre las tropas de Sylvanas.

Mucho por hacer (Diario de Morgrimm)

Tras el paso del dragón por Azeroth nada volverá a ser lo que era. La destrucción de la Presa de las Tres Cabezas, el orgullo ingenieril de la raza enana en Loch Modan, es tan sólo uno de los muchos ejemplos de la devastación que ha sufrido nuestro mundo.

He retornado a nuestra patria para descubrir que los cambios son todavía más importantes dentro de la ciudad. El Rey ha desaparecido y en su lugar gobierna un Consejo de Regencia con representación de las tres principales ramas de nuestra raza: los Barbabronce, los Hierro Negro y los Martillo Salvaje. Esta nueva situación no resulta del agrado a bastantes de los habitantes de la ciudad bajo la montaña, pero es la mejor solución de compromiso que se ha podido lograr para mantener la estabilidad del reino y evitar conflictos mayores.

He retornado a nuestra patria para ayudar con mi servicio y eso es lo que haré, pero me temo que hay mucho por hacer..

Guerra en Argénteos (Diario de Gnaamesh)

El tranquilo paraje conocido como el Bosque de Argénteos bulle con la actividad bélica. Por doquier, las tropas de Entrañas se preparan para el asalto a la mismísimo Muralla de Cingrís, al sur del bosque. Los combates y escaramuzas en la frontera con los hombre lobo son algo frecuente, y cada día que pasa se pierden muchos efectivos. Presiento que será una guerra larga y costosa.

He visto cómo el Jefe de Guerra de la Horda ha enviado sus refuerzos, consistentes en batallones de brutales orcos venidos desde el otro lado del mar. Son criaturas toscas y predecibles, dispuestas a combatir por una buena paga y abundante cerveza goblinoide, pero no cabe duda de que serán valiosas tropas de choque, en tanto más valiosas como que podrían ser "reutilizadas" de nuevo tras su muerte si se efectuasen los preparativos y rituales adecuados.

Hay algo en esta última idea que despierta extrañas sensaciones en mis olvidados recuerdos. Es algo turbador, que me llama poderosamente la atención, como el fuego atrae a la polilla a su fatal encuentro con las llamas. Si pudiera recordar...

Decidiendo el rumbo (Diario de Tholaya)

Con la ciudad casi totalmente reconstruida, y no teniendo nada mejor que hacer aquí, creo que va siendo hora de empezar a explorar nuevos horizontes. ¡ El mundo es demasiado grande como para perder el tiempo en un sólo lugar !

Así pues, creo que abandonaré la capital de los humanos en cuanto ultime unos cuantos detalles, entre los que se encuentra consultar su gran biblioteca, ahora de nuevo en pie. Aún no tengo muy decidido dónde iré, pero estoy barajando diversas posibilidades, a cada cual más interesante. Las tierras de los elfos son una buena opción, ahora que han abierto sus fronteras a los magos, aunque también podría retornar a Menethil y proseguir mis estudios de la fauna y flora de Los Humedales, o incluso dirigirme a Crestagrana y visitar la Villa del Lago.

 Todavía tengo unos días para pensarlo.

Días de permiso (Diario de Zareba)

Tras la campaña de pacificación en los Páramos de Poniente, las Espadas disfrutamos de unos días de permiso en Ventormenta. Atrás quedan las noches a la intemperie y la terrible miseria que azota a los habitantes de dicha región, que han visto destruídas sus fuentes de sustento tras el paso del dragón. La pobreza de los Páramos es ahora peor que nunca, aunque quiero pensar que nuestra labor allí habrá servido de algo. Sólo el tiempo lo dirá.

Ventormenta, a medias reconstruida, se engalana mientras tanto para recibir los festivales del invierno. Las familias se reunirán de nuevo y, durante unos días, las miserias serán un poco menos importantes. Hoy he quedado para despedir al viejo Morgrimm, que desea retornar a Forjaz para intentar ayudar al pueblo enano en todo lo que pueda. Creo que de nuevo vuelve a sentir la sagrada necesidad de proteger y servir al reino enano bajo la montaña, así que no se si nos veremos mucho en los próximos meses, cuando de nuevo me movilicen para cumplir misiones en el extranjero. Es un poco triste que muestros caminos se separen de nuevo en este punto, mas son nuestras elecciones personales lo que nos hace ser criaturas inteligentes que viven en libertad.

Nuevos tiempos (Diario de Grumnkko)

La llegada del cataclismo a los Baldíos ha cambiado el modo de vida en las praderas. Miseria y hambre son palabras conocidas de sobra por estas tierras. Donde antes había cañones, ahora hay ríos y donde había valles, ahora hay montañas. Muchos animales han huido a otras zonas, mientras que los granjeros de la región han visto endurecida su supervivencia.

Pero no todos los cambios son malos. En estos tiempos difíciles, el comercio debe mantenerse a toda costa y los asaltos a las caravanas son frecuentes. Así, es relativamente fácil para un tirador alquilar sus servicios a los caravaneros como escolta armada. La paga es aceptable, sobre todo si tienes buena puntería y, además, conoces gente muy interesante en este negocio. No son malos tiempos del todo.

Saliendo a la calle (Diario de Morgrimm)

La recuperación de las heridas sufridas en el asalto de los elementales a la ciudad ha sido lenta, mas ya creo que estoy prácticamente curado. Tener la recia constitución física de un enano ayuda en el proceso, desde luego. Han pasado ya muchos días desde que toneladas de piedra y madera decidieran comprobar el grado de resistencia de mi cuerpo, pero los moratones todavía adornan mi piel, como un recuerdo de lo cerca que estuvo el fin de Morgrimm Báldrek.

Hoy es el primer día que salgo a la calle desde aquello. Tengo ganas de ver si han comenzado las obras de reconstrucción de la ciudad. Me han dicho que el dragón hizo temblar los cimientos de Ventormenta como si fuera un flan de crema. Casi siento lástima de habérmelo perdido..

Un regalo muy especial (Diario de Zareba)

De entre las cosas buenas que tiene la compañía de las Espadas, una es la cama radería que existe entre sus miembros, indistintamente de los rangos, fruto de haber servido juntos como unidad anteriormente.

Un ejemplo es Aznaíl de Ventormenta. A pesar de ser mi superior, este correoso militar es, con diferencia, uno de los más íntegros que he conocido, además de tener cierto aire paternalista para con sus subordinados en los momentos de necesidad que suele ser el apoyo necesario para seguir adelante. Serví con él en Vallefresno, en la última de las misiones de las Espadas de Wrynn y allí pude entrever la verdadera naturaleza de este caballero de edad madura, disciplinado en el deber y tajante en las órdenes, pero preocupado al mismo tiempo por cada uno de los soldados a su cargo. Un buen hombre, a mi juicio, serio pero accesible al mismo tiempo.

Hoy se me acercó y me llevó hasta unos cajones de suministros.

- Me gusta que mis Espadas luzcan bien, Zareba - dijo mientras abría la tapa de madera con un crujido

- Si, señor - respodí, intrigada por lo que tenía que decirme. Quizá nuevas órdenes, quién sabe.

- Por eso quiero que luzca esta coraza, que espero le sirva bien - dijo, sacando una coraza un tanto desgastada por el uso - Tendrá que pulirla, sin embargo, pues tiene algo de herrumbre. Y las correas, habrá que revisarlas, por si acaso.

Tuve que cerrar la boca, que se me había quedado abierta por la sorpresa, teniendo en cuenta que la marca de artesano que lucía la coraza era la del propio Aznaíl, lo cual indicaba que el había sido el artífice, quizá hacía mucho tiempo.

- Si señor. ¡ Gracias, Señor! - me limité a responder. Y luego añadí: - La llevaré al Barrio de los enanos, donde conozco artesanos que la dejarán como nueva.

- Eso espero, Zareba. Debe quedar impecable. Ahora, retírese.

- ¡Sí , Señor! - respondí haciendo el saludo marcial, mientras el viejo Aznaíl me devolvía el saludo con una sonrisa a medias en los labios.

Los enanos hicieron bien su trabajo y luce como nueva. Ahora que la veo en la panoplia del cuartel, no dejo de admirarme del buen trabajo realizado en esta coraza, que sin lugar a dudas me hará falta mañana cuando partamos hacia los Páramos de Poniente a prestar apoyo a las tropas desplazadas allí.

Las Espadas lucirán de nuevo al sol una vez más.

Retroceso (Diario de Grumnkko)

Los orcos son duros como la tierra que les da cobijo y, pronto, una nueva ciudad será terminada en el lugar de la anterior gracias a  la fortaleza y voluntad de nuestro pueblo.

Pero veo negros nubarrones en nuestro futuro. Nuestro nuevo líder, Garrosh Grito Infernal, carece de la sabiduría que caracterizó al depuesto Thrall y sus métodos, directos y despiadados, recuerdan al de anteriores caudillos orcos en tiempos más oscuros.

Nos lo merecemos, sin embargo, pues fuimos muchos los que anhelábamos la vuelta a los tiempos de guerra , pensando que quizá nos estábamos volviendo demasiado blandos y que el espíritu guerrero de la raza orca se había desvanecido para siempre. Y puede ser que así fuese, que los jóvenes engordaran en las tabernas a base de cerveza y que nos rindiéramos ante la perspectiva de una larga vida lejos de las armas pero, al mismo tiempo, progresamos mucho como pueblo, llegando casi al nivel de sabiduría de antes de la caída en las garras demoniacas de la Legión Ardiente.

Ahora, amparados en un belicismo descontrolado, asistimos al desprecio de los consejos de los sabios por parte de nuestros líderes. La antigua sabiduría de los chamanes ha dado paso a la euforia de la magia y la brujería, hasta el punto de que no hay buenas palabras para los sabios en los altos mandos.

El camino a la perdición ya está pavimentado bajo nuestros pies. Y pronto comenzaremos a recorrerlo.

El campo devastado (Diario de Zareba)

De pie, en medio del humo de los campos devastados, miro el rostro de mi enemigo agonizante. Las llamas de los incendiados viñedos prenden en las resecas viñas y las hacen arder como teas. Este año, no habrá cosecha en Villanorte. Ni tampoco el próximo.

El enemigo cayó sobre estas tierras como una oscura marea, asesinando a las mujeres y los niños que se refugiaron en el campo creyendo que era un lugar seguro y fueron a parar a manos de sus inmisericordes verdugos.

Ante el cuerpo de uno de ellos, me lleno de tristeza. Lloro por todos los que hoy no podrán llorar, lloro por todos los que dieron sus vidas y por los que todavía deberán caer.
Me limpio las lágrimas con la manga y mi cara se cubre de manchones de hollín. Aprieto fuertemente los dientes, tratando de recomponer mi ánimo. Soy una Báldrek. Nadie me verá llorar.

Amenaza en la frontera (Diario de Zareba)

La Abadía de Villanorte se ha convertido en un campamento militar, lugar de encuentro del nuevo ejército de Ventormenta y sede de la oficina de reclutamiento. Muchos ciudadanos, desposeídos de todo lo que tenían por la llegada del Dragón, acuden a diario hasta aquí con la intención de alistarse en el ejército y, quizá, olvidar sus propios fantasmas.

Aún no se nada acerca de Morgrimm. Lo último que he sabido es que probablemente se hallaba en el Barrio de los Magos cuando la ciudad fue atacada. Está en la lista de los desaparecidos.

Pero ya habrá tiempo de lamentarse por los caídos. En estos momentos, una nueva amenaza se cierne sobre el reino de los hombres: los orcos.
Habiendo desaparecido gran parte de la población de Ventormenta y con los recursos estratégicos debilitados, el antiguo enemigo de la raza humana vuelve a cruzar las fronteras y amenazar a nuestras gentes. Las Espadas, cumpliendo con nuestro contrato con el Nuevo Ejército de Ventormenta, no podíamos faltar a nuestra cita con las armas. Tenemos órdenes de defender estas fronteras con nuestras vidas, si fuera necesario.

Siervos de la Plaga (Diario de Gnaamesh)

He pasado demasiado tiempo sumido en la oscuridad del olvido. El Bosque de Argenteos ha cambiado y , por unos instantes, tengo la sensación de que nuestro enemigo más odiado, el Rey Exánime, ha regresado para atormentarnos. Dondequiera que mire veo las máquinas de muerte de los Portadores de Plaga esparciendo sus efluvios al frío aire de la noche, mientras aquellos contra los que luchamos, los siervos del Rey Exánime, campan a sus anchas en nuestras tierras.

Pero no, no es esa la realidad. Lady Sylvanas ha acogido a los antiguos servidores de nuestro enemigo para que sirvan a Su causa. Ignoro cómo acabará todo esto. Por de pronto, la Horda tiene un nuevo líder, una especie de nuevo bruto salvaje y pendenciero el cual,  por lo que se dice, no es del todo favorable a la causa de los Renegados. Una nueva disposición de poderes parece lo más acertado y el desenlace más probable es que Sylvanas abandone a nuestros aliados para llevar la guerra por su cuenta, mas nadie sabe a ciencia cierta qué ocurrirá en los próximos meses en estas tierras.

Lo que sí que es cierto es que, si este fue mi hogar hace tiempo, ya ha dejado de serlo para siempre.

Tholaya, rescatadora (Diario de Tholaya)

La llegada del dragón a la ciudad, además de ser un espectaculo digno de ser recordado (¡ lástima haber perdido los pergaminos y el tintero en el caos subsiguiente !), también provocó el sufrimiento de sus habitantes. Muchos lo han perdido todo y vagan errabundos por entre las ruinas, buscando a familiares y amigos, así como intentando volver a retomar sus vidas y hogares.

He intentado colaborar en las labores de búsqueda de los supervivientes del desastre. Esta es una de esas ocasiones en las que ser de pequeño tamaño resulta de gran ayuda para llegar a sitios inaccesibles a otras criaturas más torpes, como los humanos, por ejemplo. Gracias a este método, hoy hemos encontrado un enano atrapado bajo el arco de un portal, un poco magullado, pero por lo demás en perfecto estado de salud. Lo he acompañado a uno de los hospitales de campaña que hay en la ciudad, donde espero que se recupere en breve.

La llegada del Dragón (Diario de Zareba)

La tomenta comenzó súbitamente y pilló a la guarnición desprevenida. Después vinieron los elementales, surgidos de grietas en el mismo plano de la realidad. Pronto, la ciudad era presa del caos más absoluto. Ciudadanos asustados intentaban abandonar Ventormenta en grandes grupos, pero las enfurecidas criaturas del plano elemental les cortaron el paso. Había muchos muertos por todas las calles.

Las Espadas intentamos defender el cuartel del ataque de los elementales que habían surgido de la nada en la misma plaza, mas pronto nos dimos cuenta de que íbamos a ser superados. Por doquier, valientes soldados caían en combate contra las despiadadas criaturas, mientras la tempestad se hacía más y más intensa a medida que pasaba el tiempo. Retrocedimos hasta las mismas puertas del cuartel, acosados por nuestros incansables enemigos, batiéndonos a cada paso y viendo caer a camaradas y conocidos.

De pronto, la lluvia cesó y el aire se tornó extrañamente cálido. Cientos, si no miles, de ojos se dirigieron hacia lo alto, mientras los combates proseguían en medio del más espeluznante silencio, al menos durante unos instantes artificialmente largos. Luego, el horror descendió sobre nosotros, como un castigo divino, pues una inmensa sombra cubrió la ciudad como un inmenso y aterrador manto..

La critarua, inconcebiblemente grande, sobrevoló la ciudad, derribando torreones y almenas y destruyendo barrios enteros a su paso. Los combatientes que no habían quedado paralizados por el horror, simplemente huían como animales asustados, tan sólo para ser presa fácil de los enfurecidos elementales que todavía recorrían las calles de la ciudad.

El dragón, poderoso como una montaña en movimiento, lanzó su desafío a la ciudad de los hombres, quebrantando con su bramido las voluntades de los héroes, postrando de rodillas a experimentados guerreros y haciendo estallar las vidrieras de la Catedral de la Luz, cuyos pedazos volaron por los aires como cientos de pequeñas guadañas en movimiento.

Y en ese instante, todos supimos que el fin del mundo había llegado.

Amargo despertar (Diario de Grumnkko)

El estruendo en la calle logra sacarme de mi jergón. Tropiezo con algo en el suelo y maldigo mi torpeza. Apenas recuerdo qué hago aquí, hasta que los reuerdos se abren paso entre las brumas del alcohol. Anoche me cogí la mayor kurda de mi vida, y ahora recuerdo por qué. La venganza del día anterior, regada con sangre, debía ser celebrada con bebida. Lo hice, sí, y mi espíritu logró la paz y la mayor resaca en años. Si no me fuera a estallar la cabeza, me reiría...

Pero afuera pasa algo. Oigo voces y gritos de alarma. Salgo al umbral, para ver a campesinos paralizados y brutos guardianes expectantes. Miran en una sóla dirección. Miran hacia el norte.

Tambien yo miro hacia allí y veo un inmenso resplandor reflejado en las nubes bajas, y humo, un humo espeso y aceitoso. Poco a poco, la idea se va filtrando en mi abotargado cerebro y estalla como una tormenta en mis entrañas. Ogrimmar está en llamas. La capital orca, ha caído.

La última carga (Diario de Morgrimm)

El agua cae salvajemente y forma torrenteras en las escalinatas, arrastrando a hombres y bestias, que pugnan por escapara su cruel destino. Gritos, confusión, caos....

Maldigo la cortedad de mis piernas mientras corro por el empedrado como si no hubiera un mañana. Y quizá no lo haya. Los malnacidos de los Cultistas del Desastre han terminado por tener razón y el mundo entero parace irse al garete. ¡ Maldita sea!

Tropiezo y caigo de bruces en un charco en medio de la calle. Tengo que rodar hacia un lado para evitar que la enloquecida multitud que huye de la Plaza de la Catedral me arrolle a su paso. Jadeo y trato de recuperar el aliento, mientras los rezagados escapan aterrorizados del centro de la ciudad.

Algo cae cerca de mí , rebotando en el muro. Es un cuerpo humano, arrojado como un guiñapo contra el umbral de la casa en la que intento refugiarme. Y entonces lo veo, aterradoramente majestuoso en medio de la tempestad: una criatura del plano elemental de agua está aniquilando a toda criatura viviente en su camino desde el Barrio de los Magos. Su enorme mole se abre paso entre los guardias como el viento entre las hierbas, apartándolos, destrozándolos, mientras los bravos soldados tratan, inútilmente, de hacerle frente.

A la criatura pronto le siguen otras más, sembrando el pánico y la destrucción a su paso. Es el fin de la ciudad, el fin del mundo...

Pienso en Zareba, en mi pequeña Zareba, atrapada en cualquier parte, si no muerta ya. El pensamiento de haber estado tan cerca de la seguridad de la ciudad enana de Forjaz hace que me hierva la sangre y logro ponerme de pie apoyandome en el martillo de guerra. Tengo la rodilla hinchada por el golpe y el agua se derrama desde mis mojadas barbas sobre el suelo.

Debo encontrar a Zareba a toda costa, pero la criatura elemental ya se ha percatado de mi presencia y se dirige hacia donde me encuentro. Tras tomar aliento, cargo hacia adelante ignorando el dolor que amenaza con arrancarme la pierna. No tengo ninguna posibilidad de vencer a este enemigo.

Hoy ha sido un magnífico día..

Redención (Diario de Gnaamesh)

Las largas sesiones transcurridas bajo la observación de los hechiceros de Entrañas han merecido la pena. Atrás quedaron los exhaustivos  interrogatorios y los penosos estudios para discernir si era un auténtico Renegado o un siervo de la Plaga. De nuevo vuelvo a ser digno de portar las togas de un hechicero y tener acceso a los arcanos grimorios sepultados en las oscuras bóvedas bajo la ciudad muerta. Un pergamino con el sello de los Sacerdotes de Sombras así lo atestigua.

De nuevo.. soy yo mismo.

He perdido demasiados conocimientos, demasiado poder, pero vuelvo a ser yo. Los siervos del abismo acuden a mi sometimiento como antaño, causándome con ello un inmenso placer. El placer de controlar el Poder una vez más.

Pero hay un asunto que me tiene intrigado. Tambien recuerdo que me solían llamar "El Brujo de Argénteos", aunque no hallo más que sombras difuminadas donde deberían hallarse los recuerdos correspondientes. Debo investigar más a fondo.

La venganza del cazador (Diario de Grumnkko)

Murgok el herrero forjó una buena arma, de eso no cabe duda. Su hoja ha bebido ya mucha sangre traidora y mezquina, y las runas de la venganza, grabadas en buen acero de Durotar, se ven rojas a la deslumbrante luz del mediodía.

La venganza ha sido saciada y se hablará durante mucho tiempo de la ira de Grumnkko el Cazador.

Encontré a esos perros, ebrios de ron, escondidos entre las ruinas de un antiguo fuerte erigido por los humanos en la última guerra. Su navío había quedado encallado en los arrecifes y su negro casco se podía ver desde los acantilados, ladeado y moribundo como un animal atrapado en un cepo.

Cai sin piedad sobre ellos, esparciendo sus restos por entre los muros derruídos, escuchando el crujir de sus huesos bajo cada golpe de hacha con la furia de un dios de la guerra. Pera cuando se dieron cuenta, ya había acabado con los guardias y los estaba masacrando en sus propios jergones. Ni uno sólo de esos bastardos regresará jamás a la mar para dedicarse al pillaje. Ni uno sólo.


Los primeros carroñeros vuelan en círculos arriba en lo alto, esperando el momento de abalanzarse sobre el improvisado festín de carne humana entre los peñascos.

 Estoy herido y solo. Es hora de marcharse.

Ideas extravagantes (Diario de Tholaya)

Siguiendo el hilo de mis investigaciones, me desplacé a la ciudad humana de Ventormenta. Nunca me gustaron en exceso las aglomeradas ciudades de los humanos, pues su prepotencia es tremendamente puesta de manifiesto en la excesiva grandiosidad de sus edificios y en las actitudes de los que los habitan. Más a menudo de lo deseable, mis hermanos de raza son tomados más como elemento de diversión que como seres inteligentes.

También es curiosa la actitud de los humanos en cuanto a sus múltiples maneras de enfrentarse a la realidad, aunque quizá se deba a que viven muy pocos años.

Coincidiendo con la aparición de los temblores de tierra, ha surgido entre estas criaturas la loca idea de que el mundo va a llegar a su fin y para ello, han ideado un extravagante Culto del Juicio Final, una especie de secta religiosa que promete la salvación a todos los que se adhieran a sus delirantes ceremonias. Pasean arriba y abajo por las calles, exhibiendo carteles admonitorios y tocando campanillas, como si eso pudiese alejar al mal que, presuntamente, va a arrasar todo Azeroth.

Menos mal que llevo un diario ordenado y meticuloso, que si no, me perdería entre la locura de esta gente.

Humanos....

Reencuentros (Diario de Zareba)

La atronadora voz del enano resonaba en las escaleras de la posada y logró ponerme el vello de punta, pues reconocería esa voz aunque estuviese en medio del más horroroso vendaval. Al principio, pensé que eran imaginaciones mías, pero cuando su rechoncha y musculosa figura apareció en el umbral creí que me iba a caer redonda en el salón de la taberna.

Allí mismo, bajo el mismo techo que yo, se encontraba la persona a la que más he querido en toda mi existencia y a la que creía desaparecida para siempre de mi vida: mi viejo y querido Morgrimm.

El enano reparó en mi presencia de inmediato y corrió a abrazarme, sin importarle estar a punto de tirar a la camarera con la bandeja repleta de jarras. Gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas y mojaban su pelirroja barba, mas a él eso no parecía importarle, ni tampoco el que los parroquianos de la taberna interrumpiesen sus conversaciones y nos mirasen con extrema curiosidad. No. Para él lo único importante era que me había encontrado y que estaba viva.

Cuando el enano se tranquilizó, nos sentamos cerca del hogar y nos pusimos al día. Así, me enteré de que me había estado buscando infructuosamente por Ventormenta tras los incidentes de Vallefresno y de que, al no encontrar ningún rastro de mi presencia, retornó a Forjaz para dedicar su vida a servir a su Rey. Se entristeció mucho cuando le conté la historia de mi detención y de mi posterior abandono de la ciudad cuando, sintiéndome avergonzada y sola, decidí no retornar jamás a estas tierras. Una decisión errada desde cualquier punto de vista, pero que en su día me pareció la más acertada. Sólo ahora, cuando veo las consecuencias de mi súbita desaparición de escena, comprendo la gran magnitud de mi error. Sólo ahora entiendo cuál es mi destino y quiénes son importantes en mi vida.

Hablamos hasta el amanecer de multitud de cosas, grandes y pequeñas y, al término de la velada, me sentí feliz, tan feliz como aquella niña pequeña que se educó en el hogar del Clan Báldrek, en el Distrito Enano de Ventormenta.

Ahora, a la luz del nuevo día, creo que me encuentro en paz conmigo misma y con el mundo. Nunca más volveré la vista atrás para revolver un pasado muerto hace tiempo. Ahora sólo hay un camino y discurre hacia adelante.

Ahora soy Zareba Báldrek, miembro del Clan Báldrek, soldado de la compañía de las Espadas. Y me siento muy orgullosa de serlo.

Espadas de Ventormenta (Diario de Zareba)

La mano del destino es misteriosa pero certera. La casualidad quiso que, tras presentar mis informes en el Centro de Mando, me topara con un asalto en plena calle. Un rufián, ataviado con larga capa y grueso embozo, apareció de entre el gentio e intentó apuñalar a un caballero que escuchaba la perorata de uno de esos predicadores del desastre que últimamente han aparecido por Ventormenta.

Por desgracia para el frustrado asesino, el caballero no estaba solo y sus amigos acudieron en su ayuda, poniendo en fuga al rufián, que desapareció entre las atestadas calles del Casco Antiguo. Yo también me había acercado al tumulto, y mi sorpresa fue mayúscula cuando reconocí la voz del caballero como la del viejo Dárcius, de las Espadas de Wrynn. Y sus compañeros no eran otros que algunos de mis antiguos camaradas de armas, como el correoso Aznáil de Ventormenta, el hechicero Angeliss y, por supuesto, Lucylda, mi primera y más sonada victoria sobre la muerte allá en los lejanos bosques de Vallefresno, hace ya casi una eternidad.

Hubo algunos reconocimientos e imperceptibles saludos con la cabeza, así como miradas de curiosidad por parte de algunos miembros del grupo que no conocía en absoluto. Nos observamos unos instantes. Ellos, ataviados con buenas vestiduras y mejor equipo. Yo, con mi espada de segunda mano, mis pantalones llenos de zurzidos y mi bolsa demasiado vacía.

Demasiadas diferencias, destinos muy distintos...

Por suerte, la situación, deseada y al mismo tiempo temida por mí, se resolvió cuando me invitaron a echar un trago en la taberna del Ermitaño Azul, en el Distrito de los Magos. Allí, al calor del fuego, con un pichel de cerveza barata en la mano, supe que el encuentro, aparentemente casual, iba a ser algo trascendental en mi camino. Allí, bajo las gruesas vigas del techo de la taberna, supe que había vuelto a recuperar a mis antiguos camaradas y que las Espadas, renacidas desde su desafortunada disolución, volvían a resurgir más lustrosas que nunca.

Tensión en Ventormenta (Diario de Zareba)

La ciudad es un hervidero de actividad. Por doquier hay grupos de guardias y gente
nerviosa. Viniendo hacia aquí en grifo ví una especie de comitiva religiosa. Vestían togas moradas e iban entonando himnos a su paso, pero estábamos demasiado altos como para oir lo que cantaban.

En cualquier caso, su presencia en la ciudad parece estar de algún modo ligada al contenido de mi mensaje para el Rey, pues al parecer han aparecido casi al mismo tiempo que los elementales en los Páramos. A lo largo del día he escuchado historias acerca de misteriosos ataques por parte de criaturas elementales en diversos puntos del país, así como relatos de desapariciones de civiles.

No se en qué acabará esto, pero cada vez me gusta menos.

Confesiones (Diario de Grumnnkko)

Sabía que los Kolkar estaban metidos en muchas cosas, pero no que ayudaran a los asesinos extranjeros.
A cambio de una muerte rápida, los centauros Kolkar me contaron sus tratos con los piratas humanos que mataron a Ragor y su madre. A cambio de licores y armas, el centauro Krinblanca había guiado a los humanos por la costa para que pudieran llevar a cabo sus incursiones sin toparse con patrullas de Ogrimmar.
Cobardes, además de asesinos. Pagarán por ello, de eso estoy seguro.

De momento, la guardia personal de Krinblanca yace despanzurrada en la arena, mientras que la cabeza de su jefe permanece clavada en una pica, como testigo de la ira de Grumnkko el Cazador. Las aves de rapiña se encargarán de resto.

Fuego elemental (Diario de Zareba)

Me levanté de la mesa de la cantina en cuanto escuché los gritos de alarma. Acababa de haber un temblor de tierra y todo se había movido, así que pensé que podría haber víctimas. Sin embargo, cuando salí afuera me dí cuenta de que no estaba preparada para la escena que se desarrollaba ante mis alucinados ojos.

A medio camino entre la Torre del Centinela y la cantina se había abierto una especie de grieta, de la cual salían llamas. Entonces me percaté de un hecho que me erizó los cabellos de la nuca: las llamas estaban vivas y se movían en pos de los centinelas, que huían aterrorizados por la colina.

El Capitán daba órdenes a gritos, mientras los hombres cogían cubos y otros recipientes para apagar las llamas. Algunos desenvainaron instintivmente sus inútiles espadas, mientras que otros quedamos sumidos en el estupor del momento, paralizados mientras nuestros adormilados cerebros asumían lo que estaban viendo.

De repente, le grieta desapareció con un fuerte sonido de succión y las ígneas criaturas le siguieron. Tan sólo quedaba en el aire el olor del humo y el crepitar de las llamas en la hierba reseca de la colina.

He sido enviada a Ventormenta a informar de lo sucedido en la Colina del Centinela. Debo avisar de que algún tipo de hechicería elemental desconocidad está atacando a nuestras fuerzas. Quién está detrás de todo esto y por qué, lo ignoro, pero me da muy mala espina.

Una nueva linea de investigación (Diario de Tholaya)

Por desgracia, llegué demasiado tarde a la batalla por Gnomeregan, así que me tendré que conformar con los emocionantes relatos de las andanzas del primer ejército gnómico de la historia. Aproveché la ocasión para visitar el campo de batalla y las viviendas exteriores, entre ellas lo que fue mi casa durante largos años. Me invadió la pena al ver aquel lugar tan querido destrozado por la contienda ras haber sido previamente degradado por los gnomos parias cuando quedó abandonada. Nunca volveré a ella, de eso estoy segura.

En otro orden de cosas, hay mucha agitación en Forjaz. He visto emisarios del Anillo de Fuego en la ciudad, y eso es indicativo de que algo importante se cuece, porque no suelen dejarse ver por las gentes a menos que se vean obligados por alguna otra necesidad. Por si fuera poco, se dice que el propio Rey Barbabronce ha abandonado Forjaz para desplazarse a Ventormenta para hablar con el rey humano. ¿Tendrá esto algo que ver con los últimos temblores de tierra?

Una nueva línea de investigación parece abrire ante mis ojos. Sería estúpido no seguirla.

Algo está pasando (Diario de Morgrimm)

Algo siniestro ocurre en la ciudad de Ventormenta. Vine aquí con la intención de retomar mi búsqueda, si es que hay algo que encontrar a estas alturas, y me encuentro con una ciudad en la que estrafalarios individuos pregonan por las calles sandeces acerca del fin del Mundo. Y lo peor es que tienen oyentes demasiado entusiastas.

En los oscuros rincones de las tabernas se habla incluso de desapariciones. No me gusta nada el cariz que están tomando los acontecimientos por estos lugares. Los humanos son una raza dada a las fantasías fáciles y las revoluciones. No me extrañaría nada que todo esto terminase en un baño de sangre.

Si está viva, debo hallar a Zareba a toda costa y llevármela a la seguidad de Forjaz..

De nuevo en los Páramos (Diario de Zareba)

El Capitán Mantorrecio, de la Torre del Centinela de los Páramos, me ha dado trabajo. La paga es normalita, teniendo en cuenta que proviene en su mayor parte de donaciones, pero es lo que hay. Tengo una cama y comida caliente, que es lo que importa. No siento ninguna prisa en alcanzar la fama y la gloria y, mientras tanto, puedo emplear mi acero en algo que considero justo como es la limpieza de los Páramos de toda la gentuza que ha ido llegando a ellos en los últimos tiempos.

Aquí nada parece haber cambiado desde la época en que trabajaba de mensajera, a excepción de los misteriosos temblores de tierra que, de vez en cuando, sacuden toda la región durante breves instantes. Quizá los eruditos se estén dedicando a estudiarlos pero, francamente, no creo que sea asunto de mi incumbencia...

Elegía (Diario de Grumnkko)

El pequeño Ragor se había ganado mi corazón. Ese pequeño cachorro de orco había logrado hacer que me enterneciera cuando le veía jugar en la arena de la playa.  Prometí a a su padre, un honorable guerrero muerto por la picadura de un escorpión gigante en Mil Agujas, que cuidaría de ellos y que haría que creciera como un orco fuerte y sano, pero ahora esrá muerto, al igual que su madre.

Un numeroso grupo de humanos, quién sabe por qué motivos, desembarcó en la costa muy cerca de aquí. ¿Por qué vinieron ? Nadie en Durotar lo sabe, ni creo que llegue a descubrise jamás. Llegaron como alimañas, saqueando y matando, para luego hacerse a la mar en sus dorados navíos, bebiendo ron y bailando en la cubiertas, como criaturas despreciables que son.

Cuando retorné de mis negocios en Ogrimmar ví la columna de humo desde la distancia. Encontré los pequeños restos de Ragor en la playa, junto con uno de sus juguetes preferidos. El cadáver de su madre yacía entre las ruinas de la cabaña, ensartada de parte a parte por una lanza. Su hacha estaba mellada y llena de sangre, por lo que supongo que presentó resistencia y logró matar a algunos de aquellos malditos perros antes de sucumbir en la batalla. Los he enterrado juntos, bajo el suelo de la vivienda.

No encontré ni rastro de Gromk, el jabalí, mi compañero animal. Quizá la pobre bestia lograse escapar a fin de cuentas, o quiza haya terminado su vida en un asador. Creo que nunca lo sabré.

Lo que sí se es que entre las ruinas de la casa pinté mi rostro con hollín y sangre, como los grandes guerreros de antaño y que mi juramento de venganza resonará para siempre entre las rocas de los acantilados.

 No descansaré hasta que sus malditos pellejos se pudran bajo el sol y las sabandijas devoren sus carnes condenadas.

Lo que de verdad importa (Diario de Morgrimm)

Sentado delante de una cerveza y hastiado de la inactividad en la fortaleza de Forjaz, me pregunto qué rumbo ha tomado mi vida y qué otros caminos podría haber emprendido. No es que lamente servir al Rey en su ciudadela, pues semejante honor es algo que muchos enanos desearían para su linaje, pero sí que echo de menos la vida errante a la que tanto me acostumbré. Me hace falta sentir la brisa de las montañas, el duro empedrado de la Calzada Real bajo mis pies y la bendición de mis antepasados en el cumplimiento de mi sagrada labor de paladían errante.

También hay otras cosas que me rondan por la cabeza, como el haberle fallado a mi querida niña humana cuando más me necesitaba. La disolución del Alba Carmesí consiguio absorber mis pensamientos de tal modo que no pude advertir lo evidente y olvidé mis verdaderas obligaciones. Quizá no resulté tan buen protector como pensaba, si permití que mi pequeña desapareciera sin más. Lo último que supe de ella es que había estado en prisión por agredir a un oficial, tras lo cual su rastro se perdió para siempre entre las intrigas de Ventormenta.

En la ciudadela de piedra hay excelentes paladines, la mayoría mucho mejores que yo, como para servir al Rey Barbabronce tal y como se merece un monarca. No costará mucho obtener la dispensa del servicio y, después, partiré en busca de lo que de verdad importa.

Espadas herrumbrosas (Diario de Zareba)

El puerto de Ventormenta bulle de actividad con la llegada de los navíos procedentes de las regiones meridionales del continente, cargados de todo tipo de mercancías para los mercados de esta gran ciudad. El sonido de las grúas y las voces de los estibadores, junto con la algarabía de los marineros que bajan a tierra para divertirse en las tabernas locales me llena de recuerdos, buenos y malos.

En este mismo puerto, un par de dársenas más allá, el Comandante Serafín hizo una de sus más famosas arengas cuando partimos hacia las tierras de los elfos para combatir a los orcos que amenazaban sus queridos bosques, hace ya casi una eternidad. Si miro en aquella dirección, casi puedo imaginar a las Espadas de Wrynn en formación, mientras se ultimaban los preparativos para la travesía. Nadie preveía que aquella iba a ser la última campaña que iban a realizar juntos, que algunos de ellos jamás retornarían de las bellas florestas de Vallefresno y que a su retorno serían tratados como enemigos de la Corona y dispersados, bajo pena de cárcel.

A menudo me pregunto qué habrá sido del resto de las Espadas, si seguirán en la brecha o habrán alcanzado la gloria reservada a los valientes. Son tiempos pasados, olvidados por una Ventormenta capaz de sacrificar a sus hijos en aras del bien supremo, renegando de su pasado y mirando sólamente hacia adelante, a su incierto futuro, mientras sus héroes son dejados de lado, aparcados como esas viejas espadas que, abandonadas en un rincón, languidecen cubiertas de herrumbre, soñando con tiempos en los que su obediente filo servía con honor y diligencia a su señor.

Mas son tiempos difíciles, y yo también debo velar por mis intereses. Creo que tengo unas monedas en mis calzones, suficientes como para adquirir una espada barata y volver a ganarme la vida de forma honorable.

¡ Por Gnomeregan ! (Diario de Tholaya)

 Después de una larga espera, de nuevo retornamos a nuestra patria, Gnomeregan. El Gran Mekatorque ha organizado un poderoso ejército gnomo, dotado de nuestra más elevada tecnología, para expulsar definitivamente a los throgs de nuestra hermosa ciudad. Con el apoyo de los enanos de Forjaz, en estos momentos marcha hacia nuestros abandonados hogares el mayor ejército que se haya visto jamás en la historia gnómica.

Este es un momento histórico en el cual debería estar presente todo gnomo deseoso de retornar a su añada ciudad. Es una llamada a la patria y al deber, un momento de unidad para toda nuestra raza, que no se caracteriza precisamente pos su cohesión. Este es un momento que no me perdería por nada del mundo.

 ¡ Por Gnomeregan !

Regreso a casa (Diario de Zareba)


Regreso a casa. Mi viaje por el Sur no resultó tal y como esperaba. Al principio, todo iba sobre ruedas. Conseguí enrolarme en una compañia mercenaria que iba a realizar incursiones entre los trols de Tuercespina, cuya actividad había ido aumentando en los últimos meses. El trabajo era interesante, la paga decente y la camaradería no estaba nada mal para tratarse de los Mares del Sur.

 Sin embargo, tuvimos mala suerte: caímos en una emboscada en las profundidades de la jungla. Los condenados trols nos estaban esperando. Combatimos contra ellos, pero eran demasiados como para poder contenerlos, así que el Comandante ordenó la retirada. Los trols, alentados por sus hechiceros, utilizaron magia negra para aterrorizar a los hombres y capturarlos vivos. Un puñado conseguimos escapar de aquel lugar y vagamos por la selva días enteros hasta que logramos que se cansaran de perseguirnos. Una vez pudimos ver cómo llevaban a algunos a sus lugares de sacrificio, así que no esperamos que haya demasiados supervivientes. El humo de sus bárbaras hogueras y el rítmico sonido de sus tambores me perseguirán durante mucho tiempo en mis recuerdos.

En Bahía del Botín, nadie espera encontrar restos de ninguno de los miembros de la compañía. Tengo suerte de estar viva y no entre los trofeos de alguna cabaña trol. Regreso a casa, a bordo del navío Fuerteviento, en el cual he hallado trabajo como grumete para pagarme el pasaje. Cuando llegue a Ventormenta, estaré sin blanca, pero seguro que me las apañaré para salir adelante.

Progresión (Diario de Gnaamesh)

Los Claros de Tirisfal han cambiado poco o nada. Los humanos de Ventormenta siguen intentando aniquilarnos en nuestros propios territorios y sus granjas, protegidas por oscuros torreones, salpican el paisaje como una asquerosa enfermedad.

Todavía me siento débil y enfermizo, pero voy progresando con lentitud. Hoy he conseguido invocar mi primer diablillo, una deleznable y diplomática criatura llamada Bizort. Acompañado de mi adulador sirviente, me he internado en los territorios del norte para espiar a nuestros enemigos y demostrarles lo que es el terror, mas han resultado ser un hueso duro de roer en mis actuales circunstancias.

Es preciso que aumente mi poder e influencia en esta región, pues presiento que estoy llamado a hacer grandes cosas o que, al menos, las hice en algún pasado no muy remoto. Si tan sólo pudiese recordar...

Torpeza (Diario de Gnaamesh)

Torpeza..
Eso es lo que siento en estos momentos. Mis huesos parecen querer deshacerse en pedazos cada vez que mi voluntad trata de hacer que se muevan.
La magia que me trajo de vuelta ha fortalecido el poder de mi voluntad, hasta el punto de que las heridas y fracturas en mi cuerpo están desapareciendo, recuperando poco a poco el aspecto original o, al menos, el que tenía antes de ser reducido a un montón de huesos metidos en un saco. Todavía me pregunto cómo pudo ocurrir y, lo más importante, por causa de quién..

Mis recuerdos en ese sentido se hallan trastornados. He perdido mucho poder. Ni siquiera mi fiel Yupkyap, mi diablillo familiar, acude a mis débiles invocaciones. Mi atadura sobre dicha criatura se ha roto y ya no podré recuperarlo. Me siento debil.

Débil y lleno de ira.

Regreso (Diario de Gnaamesh)

De repente, un millar de agujas de dolor torturan mi carne más allá de los puramente físico, minetras el frío helador amenaza con hacer estallar mis huesos en mil pedazos. El dolor es insoportable y grito con todas mis fuerzas. Es un aullido espantoso, más allá de la capacidad humana, cuyos ecos atraviesn diferentesplanos de existencia, atrayendo a las condenadas criaturas del abismo como si fuersen polillas que se dirigen a la luz hipnotizadas por su resplandor y su calidez. Hambrientas de almas...

El alarido hace estallar las fronteras entre espacio y tiempo, entre el aquí y el ahora, llenando el vacío con una mezcla de éteres extraños, saturados de olores, sabores y texturas ultraterrenos. Después, sobreviene el silencio absoluto, acompañado por una sensación de gravidez total.

Una voz rompe el silencio. Es una voz rasposa y astillada, que penetra en mis oídos como un cuchillo afilado. Dolorosamente afilado.

- Ya está aquí - dice la voz -
- Buen trabajo Aemos - responde otra voz, esta con un toque femenino - Dejémosle decansar hasta que se acomode a su nueva condición. Pronto deberá volver a servirnos
- Si, Señora, se hará como deseas-

Intento moverme, pero mis miembros pesan demasiado. Luego sobreviene la oscuridad.

Un trabajo urgente

La brisa nocturna traía del bosque una mezcla de olores llena de matices no muy agradables, mientras dos voces cavernosas conversaban el el interior del derruído mausoleo.

- ¡ Vamos ! ¡ Hay que darse prisa ! ¡ Este despojo deberá estar en pleno funcionamiento esta noche ! - comentó una de las figuras con voz autoriaria y desgarrada -
- ¿A qué viene tanta prisa ? - respondió su ayudante - A fin de cuentas, no se va a mover de su sitio...
- Ya, pero el Caballero Muerto que lo trajo fue muy explícito al respecto. Si este no regresa, nos partirá los huesos y esparcirá nuestro tuétano por el camposanto.
- ¡ A mi me gusta mi tuétano ! - exclamo aterrorizado el ayudante mientras retrocedía levemente -
- Pues entonces ya sabes lo que hay que hacer, craneo estúpido. ¡ A trabajar !

El Renegado miró el cuerpo destrozado que yacía dentro de aquel saco y reflexionó sobre lo que había ocurrido el día anterior. Un Caballero de la Muerte había aparecido en la Villa montando un fastuoso corcel. El aura de maligno poder que parecía emanar del desconocido marchitaba las ya de por sí decrépitas hierbas bajo los cascos de su montura. Mirando a través de la cimera de su ornamentado yelmo, permanecíó inmóvil ante la puerta del Concejo, hasta que el alcalde de la Villa salió a recibirle, momento en el cual dejó caer un saco al suelo, con un crujido de huesos rotos.

Tras mantener una breve conversación con el alcalde, el Caballero Muerto se marchó por donde había venido, dejando el saco en manos de la guardia de Rémol. Cuando abrieron el saco, encontraron los restos destrozados de un desconocido. Unos restos que había que reanimar a toda costa..

- No, no querría termina como él - continuó el Renegado para sí mismo, mientras depositaba los restos ordenadamente encima de la mesa -
- Pues ya sabes lo que debes hacer. El Caballero fue muy explicito en sus instrucciones. Este despojo deberá ser reconstituido y reanimado cuanto antes. Sea quien sea, debe ser alguien importante..o al menos, lo era antes de que lo machacasen a conciencia.

- ¿Y si no regresa ? -pregunto el ayudante con voz temblorosa - ¿Y si no quiere retornar a la vida ? Está muy destrozado y no creo que desee volver en este estado. Y en ese caso, ya sabes lo que nos ocurrirá.

- Sí.- dijo el primero, mientras recolocaba caba brazo en su posición - Por eso debemos trabajar a conciencia y sin perdida de tiempo. Por cierto...
- ¿Qué? - respondió el ayudante con un deje de miedo en su voz -

- ¡ Haz el favor  de centrarte en tu tarea ! Ese hueso es el occipital, y va en la nuca, no en la frente...

Algo importante para mí.

Nunca digas adios, di hasta pronto...

O nunca digas nunca más, que es casi lo mismo.

Ha pasado algo más de un mes desde mi despedida en este blog. Lo dejé por falta material de tiempo, en parte por mi nuevo horario laboral, en parte por otros proyectos. También influyeron en la decisión los comentarios desafortunados de algunas personas tanto dentro de World of Warcraft como fuera,  personas sin mucho respeto por la creatividad de los demás o por la disponibilidad de tiempo para ciertas actividades.

 He organizado muchas cosas en este lapso de tiempo y ha habido lugar para muchas esperanzas y proyectos interesantes, mas siempre ha habido un momento en el que se me ha ocurrido una historia, un detalle que me ha hecho coger la libreta y hacer lo que los escritores profesionales llaman "escritura de vaciado" para proseguir con las labores diarias.

Ahora creo que he llegado a echar de menos a toda esta cuadrilla de personajes...y a algunos más que irán surgiendo poco a poco de mi pluma si el tiempo lo permite. No me he podido quitar de la cabeza darle continuidad a sus andanzas, aventuras y desventuras, tal y como reza el título, disfrutar cada minuto que paso en su creación y participando de su desarrollo poco a poco, sin prisa, a fuego lento.

Por mi experiencia personal he acabado estando de acuerdo con aquellos que afirman que no se pueden poner puertas al campo, ni se puede evitar que los geranios florezcan por sí mismos. Algo así pasa cuando uno ha sido infectado por el virus de la literatura, aunque sea algo modesto como esta página, un proyecto sin mas pretensiones que pasar un rato entretenido o, como dijo Crowen más abajo, hacer de cada día un trocito de fantasía compartida.

Y ese comentario me llegó muy dentro. De algún modo, se fue filtrando hasta que algo hizo "clic" en mi cabeza. Creo que si mi labor creativa es capaz de arrancar una sonrisa o alegrar el día a alguien (Percontator, Magister..y algunos lectores anónimos que seguro que hay), entonces estaré haciendo de esto algo importante y bello, un pequeño obsequio lleno de gratuidad y gratitud, tanto para mí como para los demás. Y al final, eso es lo que importa en este caminito que todos compartimos.

Creo que si llegase el caso de que nadie más que yo leyese estas historias, aun así sería algo maravilloso y único, digno de ser realizado con dedicación y empeño, porque es una manifestación personal y única de lo que hago y me gusta hacer. Y esto también es importante, creo, para mí.

Por todo eso he vuelto a abrir este blog, condenado a la clausura definitiva en un momento de incertidumbre personal. No sé cómo me lo voy a montar esta vez ni si me quedará algún lector por ahí, pero si es así y me estás leyendo, estás de enhorabuena, porque El Cronista ha regresado y quiere quedarse.

Nos vemos por Azeroth

Algo importante para mí.

Nunca digas adios, di hasta pronto...

O nunca digas nunca más, que es casi lo mismo.

Ha pasado algo más de un mes desde mi despedida en este blog. Lo dejé por falta material de tiempo, en parte por mi nuevo horario laboral, en parte por otros proyectos. También influyeron en la decisión los comentarios desafortunados de algunas personas tanto dentro de World of Warcraft como fuera,  personas sin mucho respeto por la creatividad de los demás o por la disponibilidad de tiempo para ciertas actividades.

 He organizado muchas cosas en este lapso de tiempo y ha habido lugar para muchas esperanzas y proyectos interesantes, mas siempre ha habido un momento en el que se me ha ocurrido una historia, un detalle que me ha hecho coger la libreta y hacer lo que los escritores profesionales llaman "escritura de vaciado" para proseguir con las labores diarias.

Ahora creo que he llegado a echar de menos a toda esta cuadrilla de personajes...y a algunos más que irán surgiendo poco a poco de mi pluma si el tiempo lo permite. No me he podido quitar de la cabeza darle continuidad a sus andanzas, aventuras y desventuras, tal y como reza el título, disfrutar cada minuto que paso en su creación y participando de su desarrollo poco a poco, sin prisa, a fuego lento.

Por mi experiencia personal he acabado estando de acuerdo con aquellos que afirman que no se pueden poner puertas al campo, ni se puede evitar que los geranios florezcan por sí mismos. Algo así pasa cuando uno ha sido infectado por el virus de la literatura, aunque sea algo modesto como esta página, un proyecto sin mas pretensiones que pasar un rato entretenido o, como dijo Crowen más abajo, hacer de cada día un trocito de fantasía compartida.

Y ese comentario me llegó muy dentro. De algún modo, se fue filtrando hasta que algo hizo "clic" en mi cabeza. Creo que si mi labor creativa es capaz de arrancar una sonrisa o alegrar el día a alguien (Percontator, Magister..y algunos lectores anónimos que seguro que hay), entonces estaré haciendo de esto algo importante y bello, un pequeño obsequio lleno de gratuidad y gratitud, tanto para mí como para los demás. Y al final, eso es lo que importa en este caminito que todos compartimos.

Creo que si llegase el caso de que nadie más que yo leyese estas historias, aun así sería algo maravilloso y único, digno de ser realizado con dedicación y empeño, porque es una manifestación personal y única de lo que hago y me gusta hacer. Y esto también es importante, creo, para mí.

Por todo eso he vuelto a abrir este blog, condenado a la clausura definitiva en un momento de incertidumbre personal. No sé cómo me lo voy a montar esta vez ni si me quedará algún lector por ahí, pero si es así y me estás leyendo, estás de enhorabuena, porque El Cronista ha regresado y quiere quedarse.

Nos vemos por Azeroth

DESPEDIDA

Querido lector/a:

Todo en este mundo tiene un principio y un final, y este es el final de las historias de Memorias de Azeroth. Ha sido un camino de varios meses, en los que he ido escribiendo los relatos en forma de diario de diversos personajes en el mundo de Azeroth.

Pero ha llegado la hora de emprender nuevos rumbos lejos del juego. Tengo obligaciones que atender y muchos otros proyectos a los que dedicar algo más de tiempo, entre ellos un par de sitios web que mantener.
Me alegro de haber contado contigo para formar parte de Memorias de Azeroth y, quién sabe, quizá volvamos a encontrarnos en los espacios virtuales más adelante.

Un saludo,

El Cronista

DESPEDIDA

Querido lector/a:

Todo en este mundo tiene un principio y un final, y este es el final de las historias de Memorias de Azeroth. Ha sido un camino de varios meses, en los que he ido escribiendo los relatos en forma de diario de diversos personajes en el mundo de Azeroth.

Pero ha llegado la hora de emprender nuevos rumbos lejos del juego. Tengo obligaciones que atender y muchos otros proyectos a los que dedicar algo más de tiempo, entre ellos un par de sitios web que mantener.
Me alegro de haber contado contigo para formar parte de Memorias de Azeroth y, quién sabe, quizá volvamos a encontrarnos en los espacios virtuales más adelante.

Un saludo,

El Cronista

Estudios de cirugía (Diario de Gnaamesh)

La noche está muy entrada en las Tierras Altas. Tan sólo yo permanezco despierto en la posada de Sentencia, cosa bastante lógica para uno que ha vuelto del largo sueño de la muerte, por supuesto. Sonrío en silencio ante mi propio chiste fácil.

Afuera largo rato ha dejaron de oirse las burdas discusiones de los orcos que bebieron demasiada cerveza y los únicos sonidos ocasionales son las roncas voces de la guardia nocturna al avisarse entre los diferentes puestos. Hay que admitir que los orcos pueden llegar a ser muy disciplinados en cuanto a lo militar se refiere. Una cualidad que quizá pueda ser útil en el esquema de los planes de Lady Sylvanas para los Renegados en el futuro.

A la trémula luz de las velas, repaso el mensaje que me ha llegado esta tarde desde uno de mis contactos en la ciudad de Entrañas. Al parecer, hay algún tipo de actividad en torno a los estudios de cirugía prohibida en las calles de Lunargenta y Entrañas. Me pregunto qué tienen de peculiar los estudios de anatomía y disección, teniendo en cuenta la dedicada labor del Real Gremio de Boticarios, y a quién le puede interesar que no se difundan sus resultados.

Aprovecharé mi próximo viaje a la Ciudad Muerta para averiguar más cosas. Siento mucha curiosidad.

Parada en la Villa (Diario de Zareba)

Villaoscura, mi pueblo de procedencia. A pesar de haber sido criada y educada en Ventormenta por los Báldrek, no puedo dejar de sentir cierta atracción por este lugar. A fin de cuentas, mi origen humano está aquí, tal y como descubrí muy a mi pesar hace tiempo. La Villa ha cambiado poco o nada desde que estuve en ella por última vez. La misma oscuridad, la misma sensación de amenaza, la misma incertidumbre.

Aproveché para visitar a los Carevin. Jonathan y Elaine cuidaron de mi cuando más los necesité y son casi mi segunda familia, al menos, por parte humana. Hablamos de muchas cosas, grandes y pequeñas, delante de una tacita de té, mientras transcurría la tarde sumida en la penumbra que inunda el Bosque del Ocaso, recordatorio perpetuo de que la maldición de la Peste de los No-Muertos ha tocado este lugar y no parece querer marcharse nunca.

Voy a quedarme unos días por aquí. Me gustaría averiguar más cosas acerca de mi familia y mi pasado. Después, partiré definitivamente al Sur, lejos de todo esto, para buscar la fortuna, la gloria o ambas cosas a la vez.

Sentencia (Diario de Gnaamesh)

- Puesto avanzado de Sentencia -
Este lugar rezuma odio y venganza por igual. Sus constructores, los autoproclamados defensores de la virtud, la raza humana, edificaron este lugar como campo de concentración para los orcos hace algún tiempo. Hacinados como bestias, los primitivos orcos sufrieron el peor de los cautiverios, tratados como alimañas por sus virtuosos captores.

Ahora, el lugar es un montón de ruinas y los orcos se pasean entre ellas, reclamando el lugar como suyo, haciendo uso de su primitiva fuerza para demostrar lo que podrían desatar sobre Azeroth si se lo propusieran. Pero de nuevo, sus propias diferencias internas limitan su acceso a ese grado de poder.

Guardián de la Ciudadela (Diario de Morgrimm Báldrek)

Dar un sentido a la vida es todo lo que un Paladín puede desear. He vagado sin rumbo fijo demasiado tiempo, luchando contra las injusticias y defendiendo a los débiles de los peligros de este mundo, pero algo en mi corazón me reconcome en demasía, sin saber muy bien qué era, hasta que puse de nuevo los pies en mi querida ciudad de Forjaz, la impresionante fortaleza enana excavada en la roca por manos expertas y apuntalada con el mejor acero enano del mundo...

Y entonces lo tuve claro, como la luz del alba llega a rasgar la noche más oscuras al llegar su hora. Forjaz, la amada capital, es mi destino y mi lugar. He decidido servir al Rey Barbabronce en cuerpo y alma pues no hay mayor honor para un enano que defender la sede de su más selecta cultura.
 Por eso he hecho esta tarde el Juramento al Rey Bajo la Montaña, el pacto ancestral que ligará mi honor a la defensa de la ciudadela. Hasta aquí he llegado y aquí cierro mi diario.

Morgrimm Báldrek, en el vigésimosegundo día del séptimo mes.

Zareba compra un caballo (Diario de Zareba)

La vida en Ventormenta ha cambiado poco desde mi ausencia por la que fue una vez mi hogar. Pocos conocidos quedan entre estos muros: unos están muertos y otros, desaparecidos en el lejano Norte o en las Tierras de la Peste, combatiendo por el honor del rey o por sus propios intereses, que nunca se sabe.

En cuanto a mi, bueno, me despedí del capitán del navío que me trajo a la capital y decidí marchar hacia el sur por el camino de Tuercespina. Con las ganancias del juego he comprado un caballo y pienso ir cabalgando hasta Bahía del Botín, el puerto más meridional de los Reinos del Este, donde brilla el sol..y el oro.

El paso del tiempo (Diario de Zareba Báldrek)

Las festividades del Solsticio de Verano han hecho que regrese a la ciudad que fue mi hogar...hace tiempo. De nuevo, tras pasar un tiempo en el lejano sur, he decidido hacer una breve visita a la capital y ver cómo van las cosas. El navío que me trajo hasta aquí zarpará en unos días hacia Bahía del Botín. Allí tengo varios tratos por cerrar y obligaciones, aí que no me demoraré mucho en esta ciudad. Me pregunto si por aquí quedará algún recuerdo de mis días de servicio el Rey o, por el contrario, mi paso por Ventormenta habrá sido ya olvidado.

Conclusiones (Diario de Gnaamesh)

El chirrido de las jarcias y las amarras del zepelín es interrumpido por el ronco sonido de los motores y las voces chillonas de la tripulación goblin. Retorno a Entrañas desde el continente de Kalimdor, con una sensación de decepción por todo lo que esperaba hallar, pues no es muy diferente de lo que podría haber encontrado entre los muros de la Ciudad Muerta.

La cultura de los orcos es bestial y primitiva. He acabado detestando su ridícula obsesión por el honor y por la fuerza, sus gritos y sus borracheras. Sus más que toscos cerebros no parecen entender el inmenso poder que podrían llegar a desatar sobre el mundo con sólo desearlo. No pueden..o no quieren. Temen demasiado al mordisco de la Oscuridad como para ceder a su seducción, razón por la cual son inútiles para nuestros propios designios. Así pues, la tarea de dominar las oscuras fuerzas de la hechicería recae de nuevo sobre los Renegados.

"Paciencia. Disciplina. Nuestra hora llegará."

Adios a la ciudad de la Luz (Diario de Morgrimm)

El retiro voluntario de la esfera política del Gran Maestre Arkhon ha supuesto el cambio pa ra la Orden del Alba Carmesí. Es una nueva etapa, un nuevo camino lleno de incertidumbres. Para sobrellevar el peso de la titánica tarea llevada a cabo por el Alba, nuestros líderes han decretado una fusión con la también famosa Orden del Sendero de los Sueños, con la que ya estábamos hermanados, con el fin de repartirse responsabilidades. Que la Luz les guíe siempre en su benefactora labor.

En cuanto a mí,  me marcho a seguir mi propia senda: servir a los necesitados de justicia y defensa. El camino en solitario será más duro, pero los enanos somos gente fuerte. ¡ Adios, bella ciudad de Shattrath ! 
¡ Nunca olvidaré tus avenidas bien cuidadas ni el brillo luminoso de tus plazas !

Viaje de estudios (Diario de Gnaamesh)


Dalaran no me aportó grandes cosas, a excepción de unas piedras con runas talladas, seguramente utilizadas por los magos para cerrar y abrir sus cofres. Debo retornar allí más adelante para confirmar esta hipótesis.

Pero ahora tengo que partir a un largo viaje. Mi formación como brujo así lo exige.
Estuve dudando en si consultar antes algunos textos en Lunargenta, la capital de los elfos de sangre, mas una charla con un grupo de ellos en Rémol me hizo cambiar de opinión. Al parecer, es difícil para un hechicero extranjero acceder a sus enormes bibliotecas, a menos que pida un permiso especial a los Veladores de la ciudad y, por desgracia, eso no es posible en estos momentos, pues el gobierno de Lunargenta está pasando por un periodo de transición de poderes. Dado el voluble y retorcido carácter de los elfos de sangre, las cosas podrían terminar de un modo poco propicio para mis fines. Incluso se habla de posibles enfrentamientos entre facciones.

Debo pues, cambiar el rumbo de mis investigaciones. Viajaré al puesto goblin de Trinquete, en busca de la hechicera Menara Nadiz para recibir instrucción como su discípulo, al menos por un tiempo.

Y tiempo tengo de sobra...