Ulthener de Gilneas


Me llamo Ulthener y soy gilneano. Hace tiempo, el nombre de mi familia era sinónimo de prosperidad y buenos negocios. Manteníamos un gran hacienda llena de trabajadores  y vivíamos de lo que producían nuestras tierras. Era una buena vida...

Cuando el ejército de los muertos de Sylvanas llegó, luchamos desesperadamente por defender nuestros hogares, pero todos sabíamos que no podría ser. Cabizbajos y derrotados, abandonamos aquello que amábamos cargados con las escasas pertenencias que pudimos llevar y nos fuimos, con la esperanza de retornar algún día y reclamar de nuevo el reino de Gilneas.

Pero las cosas no salieron tal y como las planeamos, pues un antiguo mal había crecido tras nuestras fronteras como el trigo en un trigal: la maldición del lobo. Ahora, no sólo teníamos que luchar contra los enemigos invasores, sino que además teníamos que combatir a nuestros vecinos.

Hubiéramos muerto todos allí de no ser por la ayuda de los elfos de la noche los cuales, gracias a sus antiguos saberes druídicos, hicieron que domináramos a nuesra bestia interior. Nunca volveríamos a ser humanos, nos dijeron, pero al menos podríamos llevar una existencia digna si sometíamos a la bestia bajo nuestra voluntad.

Un maldito regalo, es lo que es esta vida. Ojalá nunca hubiéramos salido de allí..

 Los que logramos someter a la bestia,  hallamos un hogar entre los bosques de los elfos. Los que no lo lograron, sucumbieron y ahora vagan sin control entre los árboles, desaparecido ya cualquier resto de inteligencia o fuerza de voluntad.

Ahora somos una nación de apátridas dispersos, unos desheredados sin hogar. La hospitalidad de los elfos es de admirar, pero no creo que dure siempre. Tarde o temprano, nuestros pueblos chocarán.

Algunos dicen que algún día regresaremos a casa.

Algún día...

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