Tristeza (Diario de Zareba)

Ya pasó todo.

Hacía mucho que no venía por la ciudad enana de Forjaz, pero nunca me imaginé que lo haría de esta manera. No se por qué, pero siempre supuse que la muerte me alcanzaría a mí antes. El Clan Báldrek no es muy numeroso, así que ha sido fácil reunir a casi toda la familia en estos momentos tan intensos.

Todavía está fresco en mi memoria el recuerdo del mensajero plantado delante de mi puerta, sosteniendo el pergamino con el sello familiar. Esa mañana había sido especialmente triste, como si anticipase la llegada de funestas noticias. Pagué al mensajero y desenrollé el pergamino, esperando encontrar alguna noticia importante, como un enlace matrimonial de alguna de las jóvenes doncellas del clan, mas el contenido de la carta era de una naturaleza muy distinta. Era una citación para un funeral. Eran las exequias del enano Morgrimm.

Me senté en una silla y lloré largamente, embargada por la tristeza y el dolor. Morgrimm, mi querido primo adoptivo, había muerto en las estribaciones de Pico Nidal a manos de los trols de las montaña. Al parecer, cayó defendiendo una carreta de suministros que había caído en una emboscada. Dió su vida por salvar la de unos completos extraños, unos enanos ajenos a su clan. Muy típico del afanoso enano..

Ahora sus restos yacen en las frías catacumbas debajo del templo, enterrados como los defensores del pueblo enánico caídos en el cumplimiento de una causa justa. Se grabarán en piedra sus hechos valerosos, para que todos los Báldrek que pasen por aquí no olviden su historia de entrega y para que todos los jóvenes aspirantes a paladín que acuden a diario al templo de Forjaz puedan rendirle los honores que se merece.

Ahora que se han marchado todos arriba, tan sólo quedo yo. El eco de sus pisadas y quedos susurros todavía llega hasta aquí por las escaleras de piedra. Adios, querido primo. Adios, querido enano.

A partir de ahora, mi vida estará un poco más vacía..

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