Las bandas de harapientos gnolls y los orcos del clan Rocanegra mantienen en jaque a las fuerzas del lugar, que asisten impotentes al desamparo por parte del ejército de Ventormenta...
Y fue aquí donde me partieron un brazo. Quise acercarme a ver la Puerta Negra, el lugar de paso a las Estepas Ardientes, así que me escabullí por entre las colinas hasta llegar a una pequeña loma lo suficientemente alta como para poder verla. Por desgracia para mí, no pude ver al orco que me acechaba. La brutal criatura me lanzó un brutal golpe con su hacha, que me hubiera matado de no haber sido porque la paré con mi rodela. El pequeño escudo se deshizo en mil pedazos, al igual que los huesos del brazo que lo sujetaba, mientras la violencia del golpe me mandaba barranco abajo. Creo que los orcos me dieron por muerta o andaban ocupados en otras tareas, pues no fueron a rematarme.
Aun conservo las cicatrices del golpe en el brazo izquierdo, como un cruel lección del día en el que salvé la vida por muy poco.
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