Las largas sesiones transcurridas bajo la observación de los hechiceros de Entrañas han merecido la pena. Atrás quedaron los exhaustivos interrogatorios y los penosos estudios para discernir si era un auténtico Renegado o un siervo de la Plaga. De nuevo vuelvo a ser digno de portar las togas de un hechicero y tener acceso a los arcanos grimorios sepultados en las oscuras bóvedas bajo la ciudad muerta. Un pergamino con el sello de los Sacerdotes de Sombras así lo atestigua.
De nuevo.. soy yo mismo.
He perdido demasiados conocimientos, demasiado poder, pero vuelvo a ser yo. Los siervos del abismo acuden a mi sometimiento como antaño, causándome con ello un inmenso placer. El placer de controlar el Poder una vez más.
Pero hay un asunto que me tiene intrigado. Tambien recuerdo que me solían llamar "El Brujo de Argénteos", aunque no hallo más que sombras difuminadas donde deberían hallarse los recuerdos correspondientes. Debo investigar más a fondo.
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