Curiosidad goblin (Diario de Gnaamesh)

El oleaje lame lentamente los costados del Golondrina, el navío que me lleva de regreso a Entrañas. No ha sido fácil convencer a la tripulación goblin de este miserable cascarón de que me permitiesen ocupar parte de la bodega del barco con mis cosas, pero el dorado brillo del vil metal ha bastado para que consiguiese mi propósito.

Necesito espacio para instalar mi pequeño laboratorio de alquimia a bordo mientras dura la travesia, pues las delicadas hierbas que he recogido en mi viaje a las tierras meridionales no aguantarían un viaje de tantas leguas sin marchitarse y perder, por tanto, sus arcanas propiedades.

Una vez tenga preparadas las hierbas, podré conservarlas casi indefinidamente hasta que les de uso en el momento apropiado. La única molestia es la malsana curiosidad de estas patéticas criaturas, siempre ávidas de riquezas. Constantemente hay uno de ellos cerca, aparentemente dedicado a sus quehaceres pero con los ojos y oídos bien atentos.

Me pregunto que pasaría si mi molesto amiguito acabara cayendo por la borda en un lamentable accidente.

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