Cuando llegué corriendo por las escaleras del puerto, descubrí que no era la última en llegar, pues otros llegaron jadeando detrás de mi.
El Comandante Serafín nos hizo formar en el muelle de Ventormenta, mientras esperábamos la llegada del buque que nos habría de llevar a las lejanas tierra de Kalimdor. En el puerto nos dedicó una arenga esperanzadora, en la que nos intruyó, entre otras cosas, acerca de la milenaria cultura de los Elfos Nocturnos, extraña en sus constumbres para nosotros.
A pesar de haber conocido a algunos elfos, como la Capitana Mïa, no podía hacerme a la idea de la complicada simbiosos en la que viven estas criaturas con su entorno natural. Los mismos árboles son sagrados y toman vida para defender sus tierras, así que estará totalmente prohibido encender fuego o cortar leña, salvo en zonas muy, muy restringidas y por deferencia hacia nosotros por parte de nuestros anfitriones. Esta va a ser una guerra muy complicada para nosotros, pues no sabemos cómo se encuentra la situación allí desde hace una semana.
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