De entre las cosas buenas que tiene la compañía de las Espadas, una es la cama radería que existe entre sus miembros, indistintamente de los rangos, fruto de haber servido juntos como unidad anteriormente.
Un ejemplo es Aznaíl de Ventormenta. A pesar de ser mi superior, este correoso militar es, con diferencia, uno de los más íntegros que he conocido, además de tener cierto aire paternalista para con sus subordinados en los momentos de necesidad que suele ser el apoyo necesario para seguir adelante. Serví con él en Vallefresno, en la última de las misiones de las Espadas de Wrynn y allí pude entrever la verdadera naturaleza de este caballero de edad madura, disciplinado en el deber y tajante en las órdenes, pero preocupado al mismo tiempo por cada uno de los soldados a su cargo. Un buen hombre, a mi juicio, serio pero accesible al mismo tiempo.
Hoy se me acercó y me llevó hasta unos cajones de suministros.
- Me gusta que mis Espadas luzcan bien, Zareba - dijo mientras abría la tapa de madera con un crujido
- Si, señor - respodí, intrigada por lo que tenía que decirme. Quizá nuevas órdenes, quién sabe.
- Por eso quiero que luzca esta coraza, que espero le sirva bien - dijo, sacando una coraza un tanto desgastada por el uso - Tendrá que pulirla, sin embargo, pues tiene algo de herrumbre. Y las correas, habrá que revisarlas, por si acaso.
Tuve que cerrar la boca, que se me había quedado abierta por la sorpresa, teniendo en cuenta que la marca de artesano que lucía la coraza era la del propio Aznaíl, lo cual indicaba que el había sido el artífice, quizá hacía mucho tiempo.
- Si señor. ¡ Gracias, Señor! - me limité a responder. Y luego añadí: - La llevaré al Barrio de los enanos, donde conozco artesanos que la dejarán como nueva.
- Eso espero, Zareba. Debe quedar impecable. Ahora, retírese.
- ¡Sí , Señor! - respondí haciendo el saludo marcial, mientras el viejo Aznaíl me devolvía el saludo con una sonrisa a medias en los labios.
Los enanos hicieron bien su trabajo y luce como nueva. Ahora que la veo en la panoplia del cuartel, no dejo de admirarme del buen trabajo realizado en esta coraza, que sin lugar a dudas me hará falta mañana cuando partamos hacia los Páramos de Poniente a prestar apoyo a las tropas desplazadas allí.
Las Espadas lucirán de nuevo al sol una vez más.
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