He pasado demasiado tiempo sumido en la oscuridad del olvido. El Bosque de Argenteos ha cambiado y , por unos instantes, tengo la sensación de que nuestro enemigo más odiado, el Rey Exánime, ha regresado para atormentarnos. Dondequiera que mire veo las máquinas de muerte de los Portadores de Plaga esparciendo sus efluvios al frío aire de la noche, mientras aquellos contra los que luchamos, los siervos del Rey Exánime, campan a sus anchas en nuestras tierras.
Pero no, no es esa la realidad. Lady Sylvanas ha acogido a los antiguos servidores de nuestro enemigo para que sirvan a Su causa. Ignoro cómo acabará todo esto. Por de pronto, la Horda tiene un nuevo líder, una especie de nuevo bruto salvaje y pendenciero el cual, por lo que se dice, no es del todo favorable a la causa de los Renegados. Una nueva disposición de poderes parece lo más acertado y el desenlace más probable es que Sylvanas abandone a nuestros aliados para llevar la guerra por su cuenta, mas nadie sabe a ciencia cierta qué ocurrirá en los próximos meses en estas tierras.
Lo que sí que es cierto es que, si este fue mi hogar hace tiempo, ya ha dejado de serlo para siempre.
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