Llevo en Ventormenta una semana, admirando la arquitectura de esta ciudad humana. No es que aprecie las construccio nes forasteras, pero su estilo grácil es algo que me llama la atención. Desde luego, nada tiene que ver con la resistencia y durabilidad de las constucciones enanas, pero tiene un refinamiento que tampoco está mal. Los Báldrek somo gente peculiar, amigos de los humanos y menos apegados a nuestra tradición, así que tampoco ha de extrañarme que me adapte tan bien a este estilo de vida.
El edificio más impresionante es la Catedral de la Luz. Sus enormes ventanales dejan pasar la claridad hasta límites insospechados, hábilmente trabajadas por artesanos expertos en su oficio, mientras que los muros y bóvedas son tan altos que parece imposible que puedan soportar tanto peso sin los gruesos muros que nosotros pondríamos. Esto es muy bonito de ver, aunque me imagino que han sacrificado el poder defensivo en aras de la belleza.
En otro orden de cosas, he estado ayudando a las buenas gentes de la zona, especialmente los granjeros de los Páramos de Poniente. Los bandidos campan a sus anchas por aquella región y hay muchas familias que necesitan ayuda, ya sea para defenderse o para realizar labores del campo, pues muchos jóvenes han muerto o se han alistado en el ejército. A cambio de mi ayuda, estoy viviendo en casa de una amable viuda, una buena mujer que ha perdido a su marido y cuyo hijo sirve en las Milicias del Pueblo.
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