El tiempo pasa muy lentamente cuando uno está de guardia. Desde lo alto de la torre de vigilancia, puedo ver en qué se ha convertido nuestro fastuoso campamento de guerra, antaño poderoso. El desánimo cunde entre los muchachos allí abajo, pues sólo un puñado defiende nuestra plaza fuerte.
Nuestros líderes nos han abandonado a nuestra suerte, demasiado aferrados a las comodidades de Ogrimmar. El honor de los orcos está herido de muerte. Estamos solos.
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