Rémol, mi querida villa. Es un misterio inmenso el que albergan tus calles. Estoy seguro de que en algún rincón de tus viejos caserones se encuentra algún registro de mi pasado viviente, más hasta la fecha no he podido averiguar nada al respecto.
Me hubiera gustado preguntar a la Condesa de Rémol en persona una vez más, pero en el Mesón La Horca me han informado de que ha dejado la villa y se ha marchado a llevar una vida errante. No dejo de sorprenderme de lo caprichosos que son algunos nobles, aún después de pasar por la tumba hace tiempo.
En cualquier caso, no se cuánto estaré por aquí. El rastro de mi pasado está más que frío y no queda nadie que pueda darme alguna pista, al menos en este lugar. Durante unos momentos, pensé en dedicarme a vagar por el mundo, aunque dudo mucho que, sin una meta, esta no-vida tenga algún sentido. Pasaron los tiempos de vagar como un alma en pena. Hay muchas cosas por hacer y, a fin de cuentas, tengo todo el tiempo del mundo.
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