Amigos inesperados (Diario de Zareba)

Llevo ya dos meses en este pegote de barro que se llama el Marjal y empiezo a estar cansada. El paisaje es monótono y la buena compañía, escasa. Por otro lado, este territorio fronterizo es frecuentemente el objetivo de las incursiones de los orcos que, procedentes de Los Baldíos, penetran en esta tierra de nadie para hacer sus pillajes. Llamarlo territorio humano sería casi un chiste, ya que apenas hemos profundizado lo suficiente en los pantanos, inhabitables e insalubres, como para considerarlo como algo nuestro. En cambio, para los pieles verde, esto es más parecido a un hogar, así que juegan con ventaja en esta guerra. Ellos, y los descerebrados siervos de la Plaga, que vagan como carcasas vacías sin recordar que antaño fueron humanos.

También he encontrado amigos inesperados como el caballero Daríus, al cual conocí en su día en la ciudad de Ventormenta, en lo que casi parece una existencia anterior. Se trata de uno de esos Caballeros no-muertos que se han aliado con nuestro reino para luchar contra la Plaga y el Rey Exánime...y para malestar de los paladines de la Luz me temo. Daríus además es especial en muchos sentidos, ya que ni siquiera es del todo humano. Toda su vida es una triste historia, sazonada con amarguras, soledad y heroísmo a partes iguales. Charlamos durante largo rato en aquellas húmedas soledades, cada cual intentando exorcizar sus penas. Fué una charla purificadora, en la que me sentí reconfortada, quizá porque necesitaba desahogarme con alguien después de todo lo que he pasado anteriormente.

Al anochecer, terminamos regresando a la ciudad-fortaleza de Theramore. No hay nada como la cerveza enana para remojar las penas, o al menos, eso dicen. Y si es en buena compañía, pues mejor todavía.

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